Seguro que os ha pasado alguna vez que un alimento ocupa vuestra mente ya sea chocolate, patatas fritas o algún dulce y tienes que comértelo como sea.
¿Hay que resistirse a un antojo?: Griselda Herrero, dietista-nutricionista opina que depende de la frecuencia y de cómo afecte a cada persona.
El menú que ofrecemos a las emociones sacia también la creciente necesidad de estar sobreestimulados que fomentan las nuevas tecnologías. Pero existe un problema: picotear desenfrenadamente implica ganar peso . Un estudio publicado a finales de 2018 Food craving and body weight (Antojos de alimentos y peso corporal) confirma que comer impulsivamente a horas intempestivas para satisfacer algo diferente del hambre está convirtiéndose en habitual, hasta el punto de representar entre el 7 y 11 % del incremento de peso corporal.
Pero ¿porqué se tienen estos antojos? Existen distintas teorías, una de ellas afirma que se debe a bajos niveles de serotonina, cuando se tienen bajos niveles de este neurotransmisor se tiende a comer alimentos que aumentes los niveles de esta sustancia como pudieran ser los alimentos dulces, otra de las causas podrían ser confundir la sensación de sed.
En cualquier caso no hay que dar de comer a las emociones y aún menos alimentos dulces, muy salados o grasos. Según señala Herrero los antojos son la punta del iceberg mientras que el fondo del problema son causas como estrés laboral, problemas de pareja, expectativas demasiado elevadas etc.
Esto comienza a ser un problema cuando se repite con mucha frecuencia y es entonces cuando hay que trabajar para modificar ese hábito.
Según Griselda prohibirse no es una opción, se trata de distraer la mente o posponer ya que el deseo intenso suele durar de 3 a 5 minutos.
Realmente consiste en buscar estrategias para calmar esas emociones o estrategias de autocuidado que nos hagan llenar ese vacío que intentamos calmar con la comida.
Cuando existe hambre real esto no ocurre, este hambre aparece de forma lenta a diferencia del hambre emocional que lo hace de forma repetina.
Cuando hay hambre de verdad podemos comer cualquier tipo de alimento sin embargo el hambre emocional se relaciona con alimentos altamente palatables, son algunas diferencias que nos pueden ayudar a distinguirlos.
Desde el punto de vista nutricional se puede abordar reduciendo progresivamente las cantidades y al tiempo trabajar la parte psicológica y ver desde que punto se toma la elección de cierto tipo de alimento y qué emociones se relacionan con este acto así como indagar si la persona siente culpa, remordimiento o frustración al actuar así.
De tal foma que si el antojo es esporádico no hay porqué preocuparse y para ello se pueden buscar alternativas más saludables por ejemplo en lugar de helados yogures congelados naturales, en lugar de cerelaes muy azucarados, copos de avena mezclados con plátano y canela y si el antojo es salado recurrir a chips de boniato a zanahoria.