Las mucosas se encuentran constantemente expuestas a diversos antígenos, algunos de éstos provenientes de la dieta, de la microbiota y a múltiples agentes patógenos bacterianos, virales, micóticos etc. Se sabe que la mayoría de los linfocitos presentes en el sistema inmune se localiza en los tejidos asociados a mucosas, los cuales juntos con las células del epitelio intestinal, se encargan de la defensa del organismo.
El intestino alberga la mayoría de las células linfoides del cuerpo humano y es el órgano que mayor cantidad de anticuerpos produce. Para la adecuada defensa de la mucosa intestinal se requiere, además de las células del sistema inmune, la barrera epitelial.
Entre los elementos que forman parte de la homeostasis intestinal se encuentran los siguientes:
- Epitelio intestinal: Uno de los principales componentes de la barrera epitelial intestinal son los enterocitos, estas células se encargan de la absorción de nutrientes y la secreción de electrolitos mediante mecanismos de secreción trans y paracelulares, los cuales son controlados finamente por bombas en la membrana, canales de iones y uniones estrechas para ajustar la permeabilidad intestinal.
El lumen intestinal se encuentra protegido de la deshidratación y de los daños mecánicos por una capa de moco. Esta capa de moco impide el paso de diversos patógenos pero a la vez es permeable a moléculas de bajo peso molecular para permitir la absorción de nutrientes.
- Tejido Linfoide asociado al Intestino (GALT): Sistema complejo con tejido linfoide que recubre al intestino capaz de producir anticuerpos como los linfocitos T. Constituye una parte importante de la capacidad inmunológico total del individuo porqué previene el pasaje de bacterias y antígenos alimentarios desde el lumen hacia la mucosa intestinal, aunque permite el pasaje de mínimas cantidades de bacterias vivas o muertas que sirven de “aprendizaje” al resto del sistema inmunitario
- Microbiota intestinal: Es una barrera de defensa natural que tiene diversas funciones protectoras, estructurales y metabólicas. La microbiota protege al huésped al desplazar los microorganismos patógenos mediante la competición de nutrientes y de receptores, estimulan además la producción de péptidos antimicrobianos; de manera estructural fortifican la barrera humoral contra patógenos al inducir la producción de IgA secretora por parte de los linfocitos B, ayudan a mantener las uniones de las células epiteliales intestinales y al desarrollo del sistema inmune. Con respecto a sus funciones metabólicas apoya el control de la diferenciación y proliferación de las células epiteliales intestinales, metaboliza ciertos compuestos carcinogénicos de la dieta , sintetiza vitaminas y minerales (biotina, folatos), se encarga de fermentar residuos no digeribles de la dieta y del moco endógeno derivado del epitelio, ayuda en la absorción de ciertos iones y en la recuperación de energía.
Entendiendo una alimentación normal introducida por vía oral , el sistema inmune está totalmente relacionado con el tracto gastrointestinal . La entrada del antígeno se produce a través del epitelio del intestino delgado y a su vez la permeabilidad de éste se verá determinado por la composición de la microbiota.
Inflamación y factores dietarios
Dieta mediterránea. Existe gran variación acerca de la composición de la dieta mediterránea pero en general consta de aceite de oliva, frutas, vegetales, nueces, granos, cereales integrales y la presencia variable de productos lácteos bajos en grasa. La mayoría de la evidencia soporta el efecto antiinflamatorio de la dieta mediterránea disminuyendo los niveles de IL-6, proteína C reactiva (PCR) y moléculas de adhesión celular, siempre asociado a la presencia de aceite de oliva.
- Azúcares simples y los cereales refinados: se caracterizan por tener un elevado índice glucémico, es decir, aumentan rápidamente la glucemia postprandial así como los niveles de insulina. Esto provoca una hipoglucemia reactiva a las 3-4 horas, que conduce a la sensación de hambre, así como a una disminución de la oxidación lipídica, favoreciendo probablemente la obesidad. La hiperglucemia y el ayuno, son capaces de reducir la disponibilidad de óxido nítrico, aumentando la producción de radicales libres capaces de activar el proceso inflamatorio al modular la Proteína Kinasa C (PKC) y la función NF-kB. Diferentes estudios epidemiológicos observacionales han demostrado una relación inversa entre el consumo de cereales integrales y los niveles periféricos de inflamación.
- Diferentes autores sugieren también un papel antiinflamatorio de ciertos ácidos grasos de la serie W3, entre los que cabe destacar el ácido decosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA). Este efecto antiinflamatorio de los ácidos grasos omega 3 ha sido observado tanto en individuos sanos como en individuos con enfermedad coronaria establecida. (Los ácidos W3 disminuirían el contenido de ácido araquidónico de las membranas celulares, hecho que conduce a la síntesis de eicosanoides con menor efecto inflamatorio en comparación a los de la serie W6).
- El aceite de oliva virgen es la fuente principal de AG monoinsaturados en los países mediterráneos, y por el hecho de no estar refinado, conserva todos sus compuestos fenólicos, caracterizados por tener propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.
- Diferentes estudios epidemiológicos de cohortes han observado una relación inversa entre el consumo de frutas o verduras y las concentraciones periféricas de Proteína C Reactiva u otros marcadores de la inflamación. Mediante ensayos clínicos de intervención, una ingesta elevada de frutas y verduras se ha relacionado también con una disminución de la concentración de PCR y de homocisteina. Este efecto antiinflamatorio puede explicarse en parte por el elevado contenido en antioxidantes y otros fitoquímicos presentes en los productos vegetales.
- Un estudio de intervención y uno de asociación muestran que los ácidos grasos trans son también pro-inflamatorios.
- Antioxidantes: En estudios observacionales, las vitaminas C y E así como carotenoides tienen efecto disminuyendo marcadores de inflamación.
- Hierbas y especias: como la cúrcuma, el orégano, romero y el té verde contienen polifenoles y otros principios activos que favorecen la reducción de la inflamación y limitan la producción de radicales libres.
- Incluir probióticos en la alimentación tales como el kéfir, chucrut, kombutcha posee efectos beneficiosos sobre nuestra salud inetstinal.
- Evitar el estrés y crear espacios de descanso como la meditación, relajación y ejercicios de fuerza.