Si tiene alguna patología, se lo confirmará su médico, pero mientras aquí están las pistas para saber si algún ingrediente le hace daño.
Alrededor de un 20% de la población española padece alguna reacción adversa a un alimento a lo largo de su vida, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Asique según las estadísticas, usted tiene una posibilidad entre cinco de padecer alguna alergia, intolerancia o sensibilidad a algún alimento.
La diferencias entre estas reacciones es la siguiente: “En las intolerancias alimentarias no median mecanismos inmunológicos y afecta básicamente al aparato digestivo, cuando se produce sin embargo una alteración del sistema inmunológico estaríamos hablando de alergia”.
“Las alergias provocan reacciones graves a nivel cutáneo, digestivo y/o respiratorio de forma inmediata, las intolerancias por el contrario suelen ocasionar síntomas inespecíficos, sobretodo a nivel gastrointestinal, que aparecen horas o incluso días después de ingerir el alimento”.
Un ejemplo muy claro: No es igual tener intolerancia a la lactosa ( la falta total o parcial de la enzima encargada de digerir la lactosa que origina una distensión a nivel abdominal, gases o diarrea) que una alergia a las proteínas de la leche que puede ocasionar desde una urticaria a un shock). Por otra parte las intolerancias suelen depender de la cantidad de alimento que se ingiera, sin embargo las alergias pueden resultar de la ingestión de una pequeña cantidad de alimento pudiendo resultar mortal.
1. Asegúrese de que no ha comido nada en mal estado.
El término “reacción adversa a un alimento” es un concepto muy extenso que engloba desde cualquier reacción producida por haber comido, olido o estado en contacto con algún alimento. “ Las alergias e intolerancias son reacciones no tóxicas y dependen de la propensión que tenga cada individuo a sufrirlas. Por otra parte están las tóxicas que puede afectar a cualquier individuo y cuya reacción depende de la dosis que se ingiera”. Si se siente mal después de haber tomado algún alimento que piensa que no estuviera en mal estado y tampoco le ha afectado a nadie de su entorno, posiblemente puede ser que su organismo rechace el alimento o compuesto.
2. Monitorice lo que come y elimine lo que le hago daño.
Si los síntomas vuelven y empieza a afectar a su calidad de vida, quizás debería apuntar todo lo que come. El único método fiable para el diagnóstico de las intolerancias alimentarias es la recogida exhaustiva de información día a día, en la que quede registrada la ingesta de alimentos y los síntomas que se producen tras ella. “Una vez observado quién es el sospechoso, se puede tratar de confirmar con una prueba específica, pero la forma de elección es eliminar de la alimentación ese alimento y comprobar si se produce la desaparición de los síntomas”.
3. Pregunte a sus padres si también les pasa a ellos…puede ser de origen genético.
“Además de los factores ambientales, dietéticos, bacterianos o virales que actúan como responsables en las intolerancias, es necesario en muchos casos una predisposición genética”. Por ejemplo los padres o hermanos de un paciente poseen mayor riesgo de desarrollar la enfermedad celíaca (10% frente al 0,4%), que se eleva hasta el 30% en los parientes con idéntico HLA ( un sistema de reconocimiento que tienen los linfocitos de proteínas propias y extrañas y cuya medición contribuye al diagnóstico de la enfermedad celíaca) y lo mismo ocurre con la intolerancia a la lactosa”.
En condiciones normales, una vez diagnosticada la intolerancia y de haber eliminado el alimento de la dieta, se recomienda ir recuperándolo en dosis pequeñas. En el caso de la intolerancia a la lactosa no resulta de ser todo o nada. La cantidad de lactosa tolerada por cada persona es diferente. El tratamiento en este caso se basa en minimizar la incidencia e intensidad de los síntomas. Una vez eliminada de la alimentación, se puede ir introduciendo poco a poco e ir comprobando la tolerancia. Si la conclusión resulta que su organismo no acepta ese alimento, el médico tendrá que valorar la posibilidad de hacer una dieta especial o tomar suplementos.
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