Puedes normalizar tus valores sanguíneos con una alimentación completa y equilibrada
La resistencia a la insulina viene condicionada por factores genéticos y también ambientales como pueden ser la dieta hipercalórica, rica en grasas saturadas, la obesidad y el sedentarismo.
MACARENA BUSTAMANTE
Nutricionista || Huelva
No hay un tratamiento específico del síndrome metabólico ya que como su origen está en numerosas causas, éste debe ser multifactorial.
Para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus tipo 2, el paciente debe hacer un cambio en el estilo de vida, no fumar, seguir una dieta hipocalórica moderada para lograr una reducción del 7-10% de su peso e incrementar su actividad física. La reducción de la ingesta de sodio puede disminuir las cifras de tensión arterial.
Con respecto a la actividad física, son suficientes 30 minutos al día de ejercicio físico aeróbico, de intensidad moderada, en la mayoría de los individuos.
Con el ejercicio se logra una mejor forma cardiovascular, junto con un aumento de la masa muscular y una elevación del metabolismo basal y se restablece la sensibilidad periférica a la insulina.
Los cambios en el estilo de vida son muy efectivos para prevenir la diabetes mellitus en la población de riesgo.
La dieta, además de hipocalórica, deberá ser baja en grasas saturadas. Los esteroles vegetales bloquean la absorción del colesterol en el tracto gastrointestinal y no influye ni en las concentraciones de HDL-colesterol (colesterol bueno) ni en los triglicéridos. Los ácidos grasos Omega-3 tienen efectos cardioprotectores, fundamentalmente antiarrítmicos, antitrombóticos, y antiinflamatorios. Por supuesto la abstención absoluta del tabaco y el consumo moderado de alcohol o de sal son parte importante del tratamiento.
En la primera sesión es imprescindible realizar con anterioridad una analítica de sangre donde se encuentren valores tales como:
colesterol total, colesterol HDL y LDL, triglicéridos, glucosa, ácido úrico, proteína C reactiva, valores que se analizarán en consulta.
También se realizará la medida de perímetros para detectar si existe obesidad central así como la medida de la tensión arterial.
Una vez analizados los criterios diagnósticos del síndrome se procederá a analizar los hábitos alimentarios del paciente para comenzar a realizar las correspondientes modificaciones de dichos hábitos alimentarios.
Se llevará a cabo también la medida del análisis de composición corporal donde se analizará el MBI (Indice de masa corporal), porcentaje de grasa, grasa visceral que es la grasa acumulada a nivel de órganos vitales como hígado, riñón etc el cual es un parámetro íntimamente relacionado con el síndrome metabólico.
Seguidamente se fijarán los objetivos a perseguir y atendiendo a ésto se enviará por correo electrónico en un plazo de 24 horas un menú personalizado ajustado a las características del paciente.
Trato cercano y profesional
Cómodamente desde cualquier parte
La diabetes es una enfermedad metabólica que se caracteriza por la presencia de hiperglucemia asociada a alteraciones del metabolismo graso y proteico, y que está condicionada por factores (genéticos y/o ambientales) cuya causa última es un defecto en la secreción y/o en la actividad de la insulina. Ello conduce a la aparición de complicaciones importantes a largo plazo por la afectación de los vasos sanguíneos (disfunción endotelial y glucotoxicidad), que dañan distintos órganos y sistemas, lo que da lugar a complicaciones de tipo microvascular (retinopatía, nefropatía, neuropatía) y de tipo macrovascular (aterosclerosis).
Tanto es así, que en los países occidentales la diabetes es la primera causa de ceguera y de enfermedad renal terminal. Es causa de cardiopatía isquémica, neuropatía periférica y la primera causa de amputaciones no traumáticas de los miembros inferiores por aterosclerosis periférica.
El síndrome metabólico, descrito por Reaven se refiere a la agrupación de ciertos factores de riesgo cardiovascular que se presentan en la población con una asociación mucho más intensa de la que sería esperable por el azar.
Se trata de las más importante epidemia del siglo XXI, ya que alrededor del 20-25% de la población adulta occidental lo padece y además esta prevalencia va claramente en aumento.
Efectivamente Reaven observó que varios de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (obesidad, hipertensión, diabetes, alteraciones de los lípidos) se asociaban en ciertos individuos con mayor frecuencia de lo esperable por azar. Posteriormente se demostró que la base que subyace a esta entidad parece ser una resistencia a la insulina por eso también se denominó síndrome de resistencia a la insulina. Ahora sabemos que hay otras enfermedades que también se asocian con mayor frecuencia a este síndrome como el de ovarios poliquísticos, el hígado graso, las alteraciones del sueño y algunos tipos de cáncer.
Una de las consecuencias más importantes de la resistencia a la insulina es la elevación de los ácidos grasos libres (AGL) en sangre, que a su vez potencian y empeoran la resistencia a la insulina (lipotoxicidad). Además, la resistencia a la insulina a nivel hepático, muscular y del tejido adiposo se acompañan de la producción de citoquinas proinflamatorias y de una deficiencia relativa de citoquinas antiinflamatorias. Todo ello contribuye a la aparición de un estado inflamatorio crónico.